Ayer estuve en el Pregón de la Feria y Fiestas de Belmez en honor a la Patrona, Nuestra Señora de los Remedios.
La pregonera era Ana Dávila Díaz, una mujer que vivió su infancia y juventud en Belmez y que nos contó cómo veía ella Belmez.
A lo largo de su Pregón me recordó muchas cosas que me contaba mi madre. Mencionó a los maestros y maestras que enseñaron a una generación que nació en la Dictadura o vivió los últimos coletazos de la Guerra Civil, recordó los paseos (pa’rriba y pa’bajo) que se daban a lo largo de la Calle Córdoba, que, además, era uno de los lugares donde se veían los chicos y chicas de aquellos entonces en Belmez y, en un momento de conversación, me decía lo bien que se lo pasó en la Cafetería del Gran Bar y con las Orquestas y los Bailes en el Bar que durante muchos años regentaron mis abuelos y después mis padres.
Según escuché decir a Ana, ella quería contarnos a la gente joven como ella veía al Belmez de aquellos entonces, al Belmez de la posguerra.
El Pregón fue entrañable para mí, porque como decía antes, recordé muchas cosas que mi madre me contaba y, también, recordé a mi abuela, con la que me tiré largas conversaciones en las que me contaba como vivió ella la posguerra. Al final faltó tiempo para más …
A la salida del Pregón, me dieron un toque por la espalda y me preguntaron: “¿Tú eres Cerrato?”.
Normalmente, en el pueblo, he sido más conocida por mi primer apellido, el de mi padre, Ramírez, pero, anoche, dos señoras, se dirigieron a mí por mi segundo apellido.
Era una mujer de mediana edad y otra más mayor y me contaron que la más mayor fue compañera de mi abuelo del Partido y que ambos pertenecieron a las Juventudes Socialistas. La señora mayor podría tener más de 70 años y me comenzó a contar que estuvieron a punto de matarla por ser “roja”, a lo que la mujer de edad mediana apostilló: “Es una superviviente”.
Sabía que mi abuelo junto a mi padre y otros belmezanos, retomaron la Agrupación del PSOE de Belmez en el 1975, pero nadie de mi familia me había hablado de la vida de mi abuelo durante la Guerra y la postguerra. El silencio …
Ahora que se habla mucho de Memoria Histórica me pregunto si los críticos también ven mal que los más jóvenes, los hij@s de la Democracia (como me decía mi madre a mí: “Fátima, tú eres hija de la Democracia”), preguntemos e intentemos saber que pasó, que nos cuenten qué vivieron los represaliados, aquellos que estaban de acuerdo con la República y, por ello, fueron atacados, maltratados y matados.
Hay Asociaciones dedicadas a la recuperación de la Memoria que están haciendo archivos audiovisuales para que no se pierdan las vivencias de nuestros mayores y seamos conscientes de que esa parte de la historia existió.
Me pregunto si esto, también, debemos ignorarlo y sólo conocer lo que el Senador Fraga nos dice:
La pregonera era Ana Dávila Díaz, una mujer que vivió su infancia y juventud en Belmez y que nos contó cómo veía ella Belmez.
A lo largo de su Pregón me recordó muchas cosas que me contaba mi madre. Mencionó a los maestros y maestras que enseñaron a una generación que nació en la Dictadura o vivió los últimos coletazos de la Guerra Civil, recordó los paseos (pa’rriba y pa’bajo) que se daban a lo largo de la Calle Córdoba, que, además, era uno de los lugares donde se veían los chicos y chicas de aquellos entonces en Belmez y, en un momento de conversación, me decía lo bien que se lo pasó en la Cafetería del Gran Bar y con las Orquestas y los Bailes en el Bar que durante muchos años regentaron mis abuelos y después mis padres.
Según escuché decir a Ana, ella quería contarnos a la gente joven como ella veía al Belmez de aquellos entonces, al Belmez de la posguerra.
El Pregón fue entrañable para mí, porque como decía antes, recordé muchas cosas que mi madre me contaba y, también, recordé a mi abuela, con la que me tiré largas conversaciones en las que me contaba como vivió ella la posguerra. Al final faltó tiempo para más …
A la salida del Pregón, me dieron un toque por la espalda y me preguntaron: “¿Tú eres Cerrato?”.
Normalmente, en el pueblo, he sido más conocida por mi primer apellido, el de mi padre, Ramírez, pero, anoche, dos señoras, se dirigieron a mí por mi segundo apellido.
Era una mujer de mediana edad y otra más mayor y me contaron que la más mayor fue compañera de mi abuelo del Partido y que ambos pertenecieron a las Juventudes Socialistas. La señora mayor podría tener más de 70 años y me comenzó a contar que estuvieron a punto de matarla por ser “roja”, a lo que la mujer de edad mediana apostilló: “Es una superviviente”.
Sabía que mi abuelo junto a mi padre y otros belmezanos, retomaron la Agrupación del PSOE de Belmez en el 1975, pero nadie de mi familia me había hablado de la vida de mi abuelo durante la Guerra y la postguerra. El silencio …
Ahora que se habla mucho de Memoria Histórica me pregunto si los críticos también ven mal que los más jóvenes, los hij@s de la Democracia (como me decía mi madre a mí: “Fátima, tú eres hija de la Democracia”), preguntemos e intentemos saber que pasó, que nos cuenten qué vivieron los represaliados, aquellos que estaban de acuerdo con la República y, por ello, fueron atacados, maltratados y matados.
Hay Asociaciones dedicadas a la recuperación de la Memoria que están haciendo archivos audiovisuales para que no se pierdan las vivencias de nuestros mayores y seamos conscientes de que esa parte de la historia existió.
Me pregunto si esto, también, debemos ignorarlo y sólo conocer lo que el Senador Fraga nos dice:
1 comentarios:
Todos conocemos quien sabe lo que se hizo en muchos pueblos de España durante la postguerra. Muchos, en muchos pueblos, sobre todo en Andalucía, saben donde estás las tumbas en las cunetas y en los muros de los cementerios.
Lo que piden los familiares de esos a los que le quitaron la vida es poder rescatar sus cuerpos y en eso todos podebos y debemos ayudar.
Es asi como podemos hacer que por fin se cierren las heridas que debieron cerrarse hace 30 años cuando todos decidimos perdonar.
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