Este artículo de "Chesi Blog" me parece acorde con el post que puse el otro día de "Sobre los pactos y otros usos poíticos", por lo que lo cuelgo dando un toque de atención a los "Independientes de IU" de Belmez.
Ayer Rajoy volvió a insistir en lo que ya se ha convertido en un leit-motiv del PP desde que perdió la mayoría absoluta (no, no me refiero al 11-M): instó a Zapatero a que se comprometa a que en los ayuntamientos gobierne la lista más votada. Esto, que puede sonar muy noble, en realidad es un paso atrás en la democracia.
Lo que está proponiendo Rajoy es que los diferentes partidos políticos con representación municipal que tengan coincidencias en sus programas electorales se abstengan de pactar entre ellos dejándole el campo libre a un único partido para gobernar en solitario y sin mayoría suficiente para ello. Pero no estamos en un sistema bipartidista, ni en un sistema electoral de “segunda vuelta” como el francés, en el que la lista más votada gana.
Como muy bien le ha respondido ayer Gaspar Llamazares, en democracia no se votan partidos, sino programas de gobierno. Las ideas más votadas ganan las elecciones y gobiernan, no los partidos más votados. Si NINGÚN partido de los que se presentan a las elecciones obtiene mayoría absoluta, nada impide que aquéllos partidos con coincidencias en su programa electoral establezcan pactos estables de gobierno para poder desarrollar aquéllos puntos coincidentes en sus programas, las ideas más votadas, aquéllas ideas cuyos votos sumados han obtenido mayoría absoluta.
Pero es que hay un motivo más de índole práctico: imaginemos una situación en la que accede al gobierno la lista más votada, pero esta no obtiene mayoría absoluta. La oposición junta, votando en bloque, suma más votos que el partido de gobierno. ¿Os imagináis cómo sería una legislatura en la que la oposición tenga derecho de veto por la fuerza de sus votos? Un infierno para quien gobierne, la parálisis total durante cuatro años: el equipo de gobierno no podría poner en marcha ninguna iniciativa porque la oposición, que tendría más votos en el pleno que el propio gobierno, podría bloquear por sistema todas y cada una de las iniciativas que se intenten poner en marcha. Nos encontraríamos en una situación en la que la oposición gobernaría de facto, proponiendo enmiendas a la totalidad de cualquier iniciativa propuesta por el gobierno y votando la oposición en bloque a favor con la fuerza de su mayoría absoluta opositora. Imposible gobernar así.
De ahí que en un sistema multipartidista como el nuestro, los pactos electorales sean no sólo perfectamente democráticos y legítimos (por mucho que le moleste a la derecha: a Convergencia i Unió y al PP), sino necesarios para la salud democrática de nuestro sistema electoral.
¿Por qué Rajoy ha hecho esta propuesta entonces? Por la misma razón que Artur Mas propuso en su momento la “segunda vuelta” en las elecciones autonómicas catalanas: por su propia incapacidad para llegar a un acuerdo de gobierno con ninguna otra fuerza con la que sumar la mayoría absoluta. Como ellos no son capaces de llegar a ningún acuerdo con los demás, pretenden imponer que nadie llegue a ningún acuerdo post-electoral. Pero en el ejemplo anterior ya hemos visto que esto no es manejable políticamente una vez que los cargos electos juran su cargo: se trata únicamente de una estrategia destinada a deslegitimar ante la opinión pública a aquéllos que alcanzan acuerdos para formar gobierno sin haber resultado la lista más votada. Recordemos el famoso DVD de CiU que empezaba refiriéndose a los socios del Gobern d’Entesa como “los tres perdedores”, cuando en realidad las líneas básicas de los tres programas electorales han podido fusionarse en un único programa de gobierno, por lo que podría decirse que han sido las ideas convergentes las que resultaron derrotadas, y las ideas de izquierdas obtuvieron mayoría suficiente como para formar gobierno y ser llevadas a cabo.
Item más: la derecha tanto en España como en Catalunya (donde el PP es una fuerza minoritaria) tiende a presentarse a las elecciones unida en una única fuerza (excepto los partidos de extrema derecha extraparlamentaria, pero estamos hablando de partidos que pinten algo en el mapa electoral), mientras que la izquierda tradicionalmente suele presentarle a las elecciones dividida en diversos partidos. De ahí que la fusión de las líneas generales de los programas electorales de los partidos de izquierdas puedan ser sumadas para ser llevadas a cabo y formar gobierno, y la derecha se encuentre habitualmente sin nadie con quien pactar (salvo en el Parlamento, donde puede llegar a pactar con los nacionalismo “periféricos” a los que rechaza incluso su legitimidad democrática cuando no le llegan o le sobran para gobernar).
Rajoy sabe que si no tiene mayoría absoluta, no podrá contar con nadie para pactar, lo cual se debe únicamente a la increíble capacidad de su partido para auto-marginarse y oponerse a todo por sistema. Si ahora Rajoy no encuentra quien le apoye, es sólo responsabilidad suya y de sus correligionarios. Que no pretenda cargarle a otro con las consecuencias ni que sean otros quienes les saquen las castañas del fuego. Si el partido de Rajoy no consigue encontrar los apoyos suficientes para sacar adelante su programa electoral, ¿por qué deberían abstenerse los demás partidos de pactar entre sí para poder sacar adelante aquéllos puntos de sus respectivos programas electorales en los que coinciden, si tienen mayoría suficiente para ello?
Lo que Rajoy pide es antidemocrático, demagógico, y una estrategia de mal perdedor. Si lo que Rajoy quiere es un sistema electoral bipartidista, que tenga la valentía y la gallardía de explicárselo a los ciudadanos.
Como muy bien le ha respondido ayer Gaspar Llamazares, en democracia no se votan partidos, sino programas de gobierno. Las ideas más votadas ganan las elecciones y gobiernan, no los partidos más votados. Si NINGÚN partido de los que se presentan a las elecciones obtiene mayoría absoluta, nada impide que aquéllos partidos con coincidencias en su programa electoral establezcan pactos estables de gobierno para poder desarrollar aquéllos puntos coincidentes en sus programas, las ideas más votadas, aquéllas ideas cuyos votos sumados han obtenido mayoría absoluta.
Pero es que hay un motivo más de índole práctico: imaginemos una situación en la que accede al gobierno la lista más votada, pero esta no obtiene mayoría absoluta. La oposición junta, votando en bloque, suma más votos que el partido de gobierno. ¿Os imagináis cómo sería una legislatura en la que la oposición tenga derecho de veto por la fuerza de sus votos? Un infierno para quien gobierne, la parálisis total durante cuatro años: el equipo de gobierno no podría poner en marcha ninguna iniciativa porque la oposición, que tendría más votos en el pleno que el propio gobierno, podría bloquear por sistema todas y cada una de las iniciativas que se intenten poner en marcha. Nos encontraríamos en una situación en la que la oposición gobernaría de facto, proponiendo enmiendas a la totalidad de cualquier iniciativa propuesta por el gobierno y votando la oposición en bloque a favor con la fuerza de su mayoría absoluta opositora. Imposible gobernar así.
De ahí que en un sistema multipartidista como el nuestro, los pactos electorales sean no sólo perfectamente democráticos y legítimos (por mucho que le moleste a la derecha: a Convergencia i Unió y al PP), sino necesarios para la salud democrática de nuestro sistema electoral.
¿Por qué Rajoy ha hecho esta propuesta entonces? Por la misma razón que Artur Mas propuso en su momento la “segunda vuelta” en las elecciones autonómicas catalanas: por su propia incapacidad para llegar a un acuerdo de gobierno con ninguna otra fuerza con la que sumar la mayoría absoluta. Como ellos no son capaces de llegar a ningún acuerdo con los demás, pretenden imponer que nadie llegue a ningún acuerdo post-electoral. Pero en el ejemplo anterior ya hemos visto que esto no es manejable políticamente una vez que los cargos electos juran su cargo: se trata únicamente de una estrategia destinada a deslegitimar ante la opinión pública a aquéllos que alcanzan acuerdos para formar gobierno sin haber resultado la lista más votada. Recordemos el famoso DVD de CiU que empezaba refiriéndose a los socios del Gobern d’Entesa como “los tres perdedores”, cuando en realidad las líneas básicas de los tres programas electorales han podido fusionarse en un único programa de gobierno, por lo que podría decirse que han sido las ideas convergentes las que resultaron derrotadas, y las ideas de izquierdas obtuvieron mayoría suficiente como para formar gobierno y ser llevadas a cabo.
Item más: la derecha tanto en España como en Catalunya (donde el PP es una fuerza minoritaria) tiende a presentarse a las elecciones unida en una única fuerza (excepto los partidos de extrema derecha extraparlamentaria, pero estamos hablando de partidos que pinten algo en el mapa electoral), mientras que la izquierda tradicionalmente suele presentarle a las elecciones dividida en diversos partidos. De ahí que la fusión de las líneas generales de los programas electorales de los partidos de izquierdas puedan ser sumadas para ser llevadas a cabo y formar gobierno, y la derecha se encuentre habitualmente sin nadie con quien pactar (salvo en el Parlamento, donde puede llegar a pactar con los nacionalismo “periféricos” a los que rechaza incluso su legitimidad democrática cuando no le llegan o le sobran para gobernar).
Rajoy sabe que si no tiene mayoría absoluta, no podrá contar con nadie para pactar, lo cual se debe únicamente a la increíble capacidad de su partido para auto-marginarse y oponerse a todo por sistema. Si ahora Rajoy no encuentra quien le apoye, es sólo responsabilidad suya y de sus correligionarios. Que no pretenda cargarle a otro con las consecuencias ni que sean otros quienes les saquen las castañas del fuego. Si el partido de Rajoy no consigue encontrar los apoyos suficientes para sacar adelante su programa electoral, ¿por qué deberían abstenerse los demás partidos de pactar entre sí para poder sacar adelante aquéllos puntos de sus respectivos programas electorales en los que coinciden, si tienen mayoría suficiente para ello?
Lo que Rajoy pide es antidemocrático, demagógico, y una estrategia de mal perdedor. Si lo que Rajoy quiere es un sistema electoral bipartidista, que tenga la valentía y la gallardía de explicárselo a los ciudadanos.
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