Porque es propio de personas que viven solas (pero que no por ello están aisladas, no por ello carecen de amigos ni de amores) no sentarse a una mesa con todo puesto en una bandeja y alimentos mientras leemos el periódico. Eso nos ocurre los días de folgar. De suyo y a diario, saltamos de la tostada al café y a nuestros asuntos, asuntos que, con los años, las prejubilaciones y también un etcétera no menos plagado de suspense, cada día nos atan más al ordenador, nuestra prodigiosa ventana al mundo global.
Publicar un comentario
Escribe tu e mail:
0 comentarios:
Publicar un comentario